Pese a que la epilepsia es una enfermedad neurológica de las más comunes, existe falta de información respecto a sus síntomas, tratamientos y consecuencias.
1. No es una enfermedad mental.
En la antigüedad, se creía que, al ser un padecimiento generado en el cerebro, se podría catalogar como una enfermedad mental. Sin embargo, la epilepsia es una condición neurológica, es decir, afecta al sistema nervioso central y periférico, ya sea el cerebro, la médula espinal, los nervios craneales y periféricos, las raíces nerviosas, el sistema nervioso autónomo, la placa neuromuscular, y los músculos.
En cambio, una enfermedad mental se refiere a una amplia gama de afecciones que afectan el estado de ánimo, el pensamiento y el comportamiento.
2. No forzosamente afecta el desarrollo cognitivo.
La gente que vive con epilepsia no necesariamente tiene un daño cerebral o una alteración cognitiva. Un 80 por ciento de quienes la padecen, son personas con un desarrollo normal. No obstante, existe un porcentaje que podría presentar algún tipo de discapacidad en el aprendizaje, sobre todo en menores de edad.
Entre los factores que podría afectar esta parte del desarrollo está la edad en la que comienzan las crisis, conforme sea menor la persona mayor es el daño al desarrollo intelectual; la duración de las crisis es otro aspecto que se relaciona con una pobre habilidad intelectual o la localización de la afectación en el cerebro.
3. No debes introducir objetos a la boca durante una crisis.
Durante una convulsión, se creía que debía colocarse algún objeto en la boca de quién la sufría con el fin de evitar atragantarse con la lengua o morderla. El hecho de introducir cosas mientras sucede una convulsión, puede resultar contraproducente al ocasionar daños mucho más graves, tanto al paciente como a quien se encuentra con él.
Lo adecuado es dejar que la convulsión suceda y vigilar que no se golpe con algún elemento del entorno, sobre todo cuidando la cabeza.
4. Quien padece epilepsia no puede llevar una vida normal
La presencia de crisis convulsivas afecta el desenvolvimiento del paciente con su entorno. La realidad es que el 70 por ciento de las personas con epilepsia pueden vivir sin convulsiones si se diagnostican y tratan adecuadamente.
En cuanto al otro 30 por ciento, se trata de casos que son resistentes a fármacos y siguen convulsionando a pesar de haber intentado controlarse con dos o más medicamentos.
En estos casos se puede optar por tratamientos complementarios, como la dieta cetogénica clásica que podría disminuir las convulsiones en más de un 50 por ciento, e inclusive en algunas ocasiones puede eliminarlas por completo.
La eficacia de esta opción radica en el monitoreo constante de la mano del neurólogo y el nutriólogo para personalizarla a las necesidades de cada paciente.
Conocer más sobre este padecimiento, nos hace más conscientes de lo que representa y nos prepara para apoyar a las personas de nuestro entorno, no siempre tenemos a la mano la información correcta, y repetimos prejuicios sin conocer realidades.
Es importante buscar fuentes de información confiables, que a su vez nos brinden un panorama real que fortalezca las redes de apoyo y mejore la calidad de vida de personas con epilepsia.